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  • Foto del escritorNakô Huerto en Mali

Pongámonos en situación.

Actualizado: 23 jul 2020


La República de Mali, comúnmente llamada Mali o Malí, es un país sin salida al mar situado al corazón de África Occidental. Al oeste, limita con Mauritania, al norte-noreste con Argelia, con Burkina Faso y Côte D’Ivoire al sur - suroeste, con Guinea Conakry al sudoeste y Senegal al oeste - suroeste. Su superficie es de un 1 241 238 km2, siendo el octavo país más extenso de África. Aunque el estado sea laico, la religión mayoritaria es el Islam.

Con 20 238 267 habitantes, la población maliense está compuesta por varios grupos étnicos repartidos por las nueve regiones que forman el estado y su capital, Bamako.

El actual territorio de Mali albergó tres de los imperios más importantes del continente africano: el Imperio de Ghana, el Imperio de Mali y el Imperio Songhaï. De hecho, como dato curioso, la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano de 1789 se inspiró de la Charte du Mandé del Imperio de Malí creada en 1222 por su fundador Soundiata Keita.

A finales del siglo XIX, cayó bajo el dominio francés, pasando a denominarse Sudan Francés y no se independizará hasta el 22 de septiembre de 1960 tras la desintegración de la Federación de Malí formada por Mali y Senegal.

Actualmente, el país africano se encuentra emergido en gran crisis política, social y humanitaria resultante de la guerra de Libia y la muerte de Muammar al-Gaddafi que derivaron en el auge de grupos salafistas yihadistas y rebeldes pro-independistas en el norte de Mali (Tombuctu, Gao y Kidal).

El 17 de enero de 2012, los rebeldes tuareg del MNLA (Movement National pour la Liberation de l’Azawad) y Ansar Dine (grupo yihadista salafista) desencaderan la quinta rebelión tuareg contra Mali. Pronto, AQMI y MUJAO se unieron a su causa y tomaron Aguel’hoc, Ménaka y Tessalit. Tras estas derrotas, parte del Ejército maliense intenta llevar a cabo un golpe de estado el 21 marzo que derivó en enfrentamientos entre “bérets verts” (boinas verdes) y “bérets rouge” (boinas rojas), interrumpiendo así las operaciones en el Norte. Los rebeldes aprovecharon esta oportunidad para apoderarse de Tombuctu, Gao y Kidal. El 6 de abril, el MNLA anunció el final de sus ofensivas y proclamó la independencia de Azawad. Esta situación tuvo como consecuencia la intervención de una coalición internacional liderada por Francia, miles de defunciones y cientos de miles de refugiados.

A partir de entonces, la situación parecía mejorar ya en el verano de 2013 se convocaron elecciones presidenciales cuyo vencedor fue Ibrahim Boubacar Keita (actual presidente porque fue reelegido en las elecciones de 2018), quien, en 2015 en un intento de remediar las hostilidades, firmó el Acuerdo de Alger con los rebeldes. Pero sin saberlo, este acuerdo se convirtió en su desgracia por razones de su incumplimiento y no implementación. Además, los grupos extremistas fuera del proceso de paz hicieron avances constantes en las zonas rurales del centro de Mali donde explotaron las antiguas rivalidades étnicas entre Fulanis (pastores) y agricultores sedentarios (Dogons). Como consecuencia, los incidentes de violencia intercomunal, como asesinatos selectivos, son más frecuentes.

A pesar de la presencia de fuerzas internacionales como LA MINUSCA o el G5-Sahel, la inseguridad sigue siendo una variante constante exacerbando la escasez crónica de alimentos en los últimos años. La situación es tan desalentadora que en 2019 Mali ocupó el puesto 184 en el índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); y para el 2020 no tiene pintas de mejorar por razón de toda la inestabilidad a la se enfrenta el país saheliano.


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